Suaviter et fortiter
Me sé tan tuyo completamente
 que ya no hay nada que sea mío;
 y si me empeño y me desvío
 tú me encaminas tan firmemente…
 Tan poderoso, que eficazmente
 vuelvo a la senda de mi destino:
 ahora y por siempre vivir contigo,
 oír tu latido eternamente…
 Aséstame ya el golpe certero,
 mira que solo no puedo nada…
 en mis entrañas prende tu fuego.
 Mi delicado y tenaz Esposo,
 voz silenciosa, tormenta y calma,
 tan suave y fuerte, león y cordero… 
  
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Una oración maravillosa. La firmeza y la suavidad de la Gracia del Señor nos corrige y santifica.
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo en Cristo, desde María Inmaculada