martes, 25 de mayo de 2010

Respuesta al Sr. Anónimo anarquista que comentó mi anterior entrada

Estimado anarquista:

Realmente se me hace muy dificultoso responder a su amable comentario. No quisiera faltarle al respeto ni ser menos amable de lo que usted se merece. Por tanto, tenga paciencia y piedad conmigo. Como no deseo extenderme, intentaré ser conciso.

1. Vaya por delante que en mi entrada del blog no he hablado principalmente de mí, sino de sacerdotes que conozco.

2. El hecho de que usted sea anarquista me pone en un brete, ya que no sé si con esa palabra quiere decirme que se opone a toda forma de autoridad; o que no tiene usted principios; o que simplemente es apolítico, o al menos que no “simpatiza” con ninguno de los partidos llamados “mayoritarios”. Porque si es un sentimiento o ideología contra los principios y la autoridad, no soy yo quién para hablar con usted, y me imagino que nadie, puesto que si no tenemos referentes comunes hablaremos en lenguajes del todo equívocos. Si es porque pertenece usted al partido anarquista, paréceme entonces que milita en una contradictio in terminis, puesto que no puede tener arché quien es anarquista; y por otra parte, habiendo en mente que la idea común de anarquista que tiene el pueblo llano es la de la izquierda más salvaje, asesina o cuanto menos destructora de contenedores, escaparates, mobiliario urbano, etc. (cosas algunas que yo he sufrido, y he pagado con mis impuestos, cuyo montante bien podría haber ido a los pobres…) y al mismo tiempo tan promíscua como aficionada a la bareta. Si es por ser apolítico o no simpatizante, entonces usted y yo tenemos bastante en común, aunque servidor de usted jamás de los jamases se quisiera llamar anarquista. Como en todo este párrafo hablo afectado por la ignorancia y no poca suposición, si quiere no eche mucha cuenta a lo dicho, y permítame ir a lo siguiente.

3. Me asombra que la ideología anarquista obligue a algo éticamente. Ya me asombra que obligue a algo. Más si es algo ético. Y más, que sea algo ético que suponga cierto sacrificio personal. Esto para mí es todo un descubrimiento.

4. Permítame decirle que nunca he visto a nadie pedir a la puerta de la mezquita de la M-30, como nunca he visto a ningún sij. Una vez más mi ignorancia, lo siento. Si he hablado de los sacerdotes, ha sido porque éstos, y no los musulmanes ni los sij son los atacados. Me alegraría infinitamente de ver cómo resalta por doquier la caridad de esos dos grupos. La defensa que he querido hacer no ha sido para atacar a los que ejercitan la generosidad, sino a los que quieren coartarla o desprecian con malicia, ignorancia, o ambas cosas, a los sacerdotes. Tengo un buen amigo musulmán al que quiero con toda mi alma, pero nunca he tratado con él de este asunto. Prometo hacerlo.

5. Me deja perplejo el hecho de que ser anarquísta lo considere como una “religión”, ésta sea “estricta” y usted no cobre por sus “predicaciones”. Primero, porque llame religión a ser anarquista, aunque me imagino que querrá formular una metáfora, a mi parecer poco afortunada. Segundo porque ser religión estricta, y anarquismo no se compadecen. Y tercero porque en algo, una vez más, coincidimos: en que ninguno de los dos cobramos por predicar. Sí, ya sé que le extrañará. De hecho, antes de ser seminarista yo también creía que a los curas los pagaba el Estado, fíjese mi ignorancia, aunque, para serle sincero, me parecía muy bien que el Estado pagara a todo el que lo merezca, y no que pague a los que no lo merezcan o para cosas inútiles o adversas para la sociedad. El Estado no paga al clero, no señor, aunque a usted y a todos los mozos de izquierdas o anarquistas les hayan machacado ese tópico hasta la saciedad y así lo sigan haciendo con los estudiantes, en la tele, por los periódicos, etc., en una muestra más de mala baba e ignorancia. El hecho es que los 700 euros que en general recibimos en España los sacerdotes, vienen de los bolsillos de los católicos y de las personas que marcan la x en la declaración de la renta a favor de la Iglesia o hacen donativos, y de nadie más. No se engañe. Sin embargo, yo sí pago con mi dinero a los sindicatos, partidos políticos –incluido el anarquista–, las iniciativas sublimes como el mapa de salva parte femenina cuya ignorancia ha debido frustrar a mi bendita madre y me imagino que también a la suya, centros públicos o subvencionados donde se asesina a los niños, profilácticos repartidos como chuches en los colegios, ordenadores para todos los niños del mundo mundial, magníficos y nada económicos carteles del plan E de ZP, y mil inventivas más, con lo bien que podría utilizarse ese dinero en ayudar a los pobres, promover la iniciativa económica y laboral, invertir en la lucha contra el cáncer y otras enfermedades, ayudar a las madres embarazadas, arreglar, por ejemplo, los váteres de tantos colegios y hospitales que parecen “sanitarios” de taberna, y otras mil cosas más. Pero, para no perderme, quédele claro: a los curas, quien no quiere, no da nada. Incluido usted si no lo tiene a bien.

6. Me alegro de que usted haya visto tanta caridad. Yo también la he visto, aunque no tanta, ciertamente. Y puede preguntar usted a los pobres, a los enfermos de sida, a los transeúntes, es más, a las prostitutas, a los ladrones, a los asesinos… dónde han encontrado más caridad. Me alegraría poder acompañarle en su sentimiento.

7. No sé qué verá de malo en que yo espere el Cielo. Normalmente, cuando hago caridad no pienso explícitamente en el Cielo, a menos que me esté costando Dios y ayuda, o sea algo verdaderamente más allá de mi aguante o de mis posibilidades. Al menos, usted que me imagino quiere tener un corazón noble, alégrese de que en el mundo haya habido gente como San Juan de Dios, la Beata Teresa de Calcuta, San Vicente de Paúl, Vicente Ferrer, y tantos miles de cristianos que se han entregado a los demás, aunque hayan tenido que pensar en el Cielo para no tirar la toalla.

8. No quise decir que sea fácil hacer chistes volterianos. Lo que quise decir es que es muy fácil repetirlos o decirlos como quien no quiere la cosa pero causando dolor. De todos modos, el Sr. Voltaire me parece tan listo como malo y estúpido. Y se lo dice quien lo ha leído y estudiado.

9. Me he alargado más de lo que quisiera y temo haber podido molestarle. Aunque no le siente muy bien, permítame que rece por usted. Y aunque usted no rece por mí, al menos deséeme que ame al prójimo como mi Señor, hasta dar la vida. Un abrazo.

domingo, 23 de mayo de 2010

El diezmo del cura

Llevo unos días pensando, pidiendo al Señor paciencia y entendimiento… Cuando hoy al salir de la iglesia he visto la media docena de pobres que se abalanzaban a pedir a un benemérito sacerdote, ya no he aguantado más. Y me he puesto a escribir lo siguiente.

Años llevan los de la siniestra política intentando quitar cualquier sustento pecuniario a los clérigos y a cualquier obra de la Iglesia, sin importarles lo más mínimo la dimensión socio-caritativa de las mismas. Hay miembros del PSO (permítaseme omitir al menos la “E” para no faltar a la verdad) que abogan por eliminar la casilla de la ayuda a la Iglesia en la declaración de la renta, por eliminar las exenciones fiscales (de las cuales no tengo conocimiento en mi vida ordinaria, que yo pago IVA, Seguridad Social, ORA, y cualquier otro impuesto directo o indirecto que se tercie...) El ex presidente de Castilla-La Mancha se despachó tranquilamente en televisión con una frasecilla de antología de las estupideces verduleras demagógicas: “Si hoy viniese Cristo, estaría con los pobres y los pecadores y no iría mirando con quien se acuesta la gente". O sea, para que me entiendan, “Yo sé más que los obispos lo que hay que predicar, y de hecho voy con Zerolo a Entrevías a comulgar, porque allí hay pobres, y no los obispos que están siempre pendientes de lo que no les importa”. Y por si fuera poco, políticos y algunos eclesiásticos reclaman bajada de sueldo a los sacerdotes, o un diezmo, o lo que se quiera.

Pues bien. Quisiera hacer una confidencia a mis amigos seglares, especialmente a aquellos que no tienen ni idea de la vida de un sacerdote normal y sin embargo hacen biografías al más puro estilo prensa-rosa de cualquier cura, obispo o Papa. Vaya por delante que ningún cura trabaja con vino ni sólo media hora. Un cura no tiene horario de trabajo fijo y bebe la Sangre de Cristo, que parece vino, pero no lo es. Y si en vez de ver tanta bazofia televisiva se revisara el catecismo, lo sabría. Pero claro, es muy fácil hacer chistes volterianos…

Conozco a muchos curas, entre otras cosas porque servidor por la gracia de Dios lo es. Y conozco por lo mismo la vida de los curas. Es posible que una o dos veces a la semana llame a la puerta de usted un mendigo. Y quizá le dé algo, quizá no, o dinero no pero comida sí, o acabe pensando que mejor lo da a Cáritas, que sabe que ayudan a los pobres, porque entre los que piden hay quien lo necesita y quien tiene jeta y tal… Seguramente, si usted ha ayudado generosamente a algún menesteroso, la frecuencia de visitas es mayor, puesto que ha cobrado fama de generosidad entre los que andan necesitados. Esto es para usted un título de honra que puede presentar ante el Señor el día del juicio y que va a abrirle no poco la puerta del cielo.

En mi diócesis, la aplastante mayoría de los sacerdotes vestimos traje clerical, por lo cual, es imposible que se nos confunda con los bomberos, por ejemplo. Y aunque un sacerdote no vaya vestido iuxta canon, quien lo busca lo encuentra con más o menos facilidad, si es que no se le conoce de sobra por otro motivo.

A nadie, a menos que sea malo o tonto, se le escapa el hecho de que los pobres suelen pedir a las puertas de las iglesias y no, por ejemplo, a la puerta de la sede del PSO(E). Y que buscan al cura cuando sale de la iglesia, cuando entra, a veces también cuando está dentro del templo. Y también lo buscan cuando está en casa rezando, estudiando, duchándose o durmiendo. Y que por ser uno quien es, se le parte el alma si tiene que despedir a un pobre sin darle algo. Raro es el cura que todos los días no haya tenido ante sí la mano de dos indigentes, por lo menos. Extraña la jornada en la que no te ha llamado a la puerta algún pobre. Y esto está muy bien, no me quejo de ello. Al contrario, es muy buena señal, porque significa que los curas vivimos la caridad del Señor. Y no quisiera contar aquí, porque me da pudor, los alquileres, recetas médicas, facturas de electricidad, bombonas de butano, et caetera, que salen del pelado bolsillo del sacerdote –no de la parroquia– y de los que sólo el Cielo lleva cuenta, porque muchas veces ni siquiera los interesados lo saben.

Dicho esto, me hace gracia lo del diezmo. Barata nos saldría la caridad a los sacerdotes si solamente “gastáramos” al mes 70 euros en auxilios materiales…

Ya sé que no vale el argumento, tan utilizado por los políticos, del “y yo más”. Y otra vez he de sobreponerme al pudor, (Dios me perdone, que lo hago por su amor). He visto a sacerdotes sentar a su mesa a pobres, dormir en la esterilla de los campamentos para dejar su cama a un mendigo, meterse en puros antros infectos para animar y limpiar cuerpos, enseres y suelo, y aguantar insultos y escupitajos de algún que otro necesitado de comida y modales. Jamás he visto hacer eso a ningún dirigente de izquierdas. Ojalá fuera porque lo hacen a escondidas, para ocultar su caridad a los ojos de los hombres, pero me da que no, y perdónenme si me equivoco.

Ciertamente, el Señor cuando vuelva buscará a los pobres, de modo que, Sr. Bono, ya puede ir vendiendo algo de lo que tiene, porque por ahora se queda fuera… Me gustaría que ofreciera usted un festín a los pobres en su hípica o en cualquiera de sus inmuebles, que serán suyos, pero no le hacen pobre, sino rico. Y que lo hiciera sin fotos, sin cámaras, que sólo Cristo se entere. Porque es muy bonito que uno vaya a un comedor social y salga en los periódicos y en el telediario, tan bonito como hipócrita si resulta que su gabinete de prensa es quien ha llamado a los medios…

No quisiera despedir a mis pobres enviándoles a la puerta de la sede de ningún partido, o diciéndoles que vayan a tal político de esos que piden que se esquilme a la Iglesia, porque, aparte de que no recibirán nada, esos políticos tienen guardaespaldas, alarma y portero en casa, y sibarita agenda inquebrantable, igualito que los curas…

N.B.- Hablo de los sacerdotes, pero lo mismo podría decir de multitud de laicos, y en general, de todos los buenos católicos. Y hablo principalmente de los políticos de la siniestra, porque son los que se han manifestado en el tenor indicado. Y a todos pido que recen por mí, para que sea siempre sacerdote según el Corazón de Jesús, que vino a evangelizar a los pobres.