viernes, 11 de junio de 2010

Shen fu zai Zhongguo, sacerdote en China

Estamos acabando este Año Sacerdotal. Acabo de rezar las Primeras Vísperas del Sagrado Corazón de Jesús. Y así, lleno de amor por el Señor, quisiera hacer una entrada de blog algo especial, una confidencia en voz alta.

Cada día que pasa, mejor dicho, cada latido que da mi corazón, se acrecienta más y más mi deseo de ir a China. Por ahora, sigo haciendo lo que me mandó el Card. Cañizares cuando entregó las biblias en mandarín a mis feligreses chinos: que estudiara chino, rezara, y atendiera todo lo posible a los chinos católicos que conociera. Y es lo que estoy intentando hacer. En cualquier caso, y mientras la Obediencia no dispone otra cosa, no puedo sino calentar mi alma con tan santos deseos como los de predicar el evangelio, hacer católicos a los que vivan en el error y confirmar a los que son ya hijos de la Santa Madre Iglesia, y si el Señor me quisiera dar esta gracia, ¡ay atrevido de mí!, desde ahora irme preparando para una vida martirial en su decurso y en su final. No tengo miedo. Y espero que el Señor me sostenga y lleve a término estos benditos anhelos.

Estudiar chino se me hace difícil, pero es que lo es. Por un lado, hay que estudiar la pronunciación de las palabras, y por otro la grafía de las mismas. Es como aprender dos idiomas distintos al mismo tiempo, con la dificultad añadida de que en el carácter no siempre hay alguna pista de cómo haya de leerse… En fin, voy avanzando y estoy muy contento con mis estudios. Cuando veo que es difícil, pienso que si Dios lo quiere no hay impedimento posible; además experimento que el amor facilita muchísimo el aprendizaje.

Traigo a colación dos textos que me ayudan infinitamente cuando asoma el desánimo, aunque sea muy a lo lejos. Uno es el de una carta de San Francisco Javier a Juan III de Portugal. Me encanta pensar que en China, en Talavera o en Júpiter, nada ocurre que no disponga y permita Nuestro Señor, así para lo bueno como para lo malo. Esta verdad quita muchas preocupaciones, especialmente cuando uno piensa en los embates del enemigo terreno y del Enemigo angélico. Les invito a leerla con devoción y como metiéndose en el corazón de San Francisco Javier: corazón encendido de amor y de celo por la salvación de los chinos.

Doc. 109

A Juan III, Rey de Portugal

Goa 8 de abril 1552

«2. Este año van dos hermanos de la Compañía [Alcáçova y Silva] al Japón, a la ciudad de Amanguche, donde hay una casa de la Compañía, y un padre y un hermano [Torres y Fernández], personas de mucha confianza; están con los cristianos de Amanguche. Será Dios N. S. servido que con el mucho favor de V. A. irán continuamente en aumento las cosas de la cristiandad del Japón.

3. También escribí a V. A. cómo estaba determinado de ir a la China por la mucha disposición que me dicen todos que hay en aquellas partes para acrecentarse nuestra santa fe.

4. Yo me parto de Goa, de aquí a cinco días, para Malaca, que es camino de la China, para ir desde allí en compañía de Diego Pereira a la corte del rey de la China. Llevamos un presente muy rico al rey de la China, de muchas y ricas piezas que compró a su costa Diego Pereira. Y de parte de V. A. le llevo una pieza, la cual nunca fue enviada de ningún rey ni señor a aquel rey, que es la ley verdadera de Jesucristo nuestro redentor y señor. Este presente que V. A. le envía es tan grande, que, si él lo conociera, lo estimara más que ser rey tan grande y poderoso como es. Confío en Dios N. S. que tendrá piedad de un reino tan grande como este de la China, y que por sólo su misericordia se abrirá camino para que sus criaturas y semejanzas adoren a su Criador, y crean en Jesucristo, Hijo de Dios, su salvador.

5. Vamos a la China dos padres y un hermano lego [Javier, Gago y Ferreira], y Diego Pereira por embajador para pedir los portugueses que están cautivos, y también para asentar paces y amistades entre V. A. y el rey de la China; y nosotros, los padres de la Compañía del nombre de Jesús, siervos de V. A., vamos a poner guerra y discordia entre los demonios y las personas que los adoran, con grandes requerimientos de parte de Dios, primeramente al rey, y después a todos los de su reino, que no adoren más al demonio, sino al Criador del cielo y de la tierra que los crió, y a Jesucristo, salvador del mundo, que los redimió.

Grande atrevimiento parece éste, ir a tierra ajena y a un rey tan poderoso a reprender y hablar verdad, que son dos cosas muy peligrosas en nuestro tiempo. Y si entre cristianos es tan peligroso el reprender y hablar verdad, ¡cuánto más será entre gentiles! Pero sólo una cosa nos da mucho ánimo: que Dios N. S. sabe las intenciones que en nosotros por su misericordia quiso poner, y con esto la mucha confianza y esperanza que quiso por su bondad que tuviésemos en él: no dudando en su poder ser sin comparación mayor que el de el rey de la China. Y pues todas las cosas criadas dependen de Dios, y tanto obran cuanto Dios les permite y no más, no hay de qué temer sino de ofender al Criador y de los castigos que Dios permite que se den a los que le ofenden. De manera que mayor atrevimiento parece tener osadía para manifestar la ley de Dios personas que ven claramente sus culpas y faltas tan manifiestas, que no tener osadía de ir a tierra ajena y de un rey tan poderoso, y a reprender y a hablar verdad. Pero en esto vamos confiados en la infinita misericordia de Dios nuestro Señor que, conociendo claramente ser indignos instrumentos, Dios quiso darnos estos sus deseos siendo pecadores, como somos; y la osadía que parecía en nosotros de no temer manifestar su nombre en tierra ajena, es necesario que se convierta en obediencia, pues Dios es así servido.

6. Muchas mercedes he pedido a V. A. para los que en estas partes le han servido, y V. A. por hacerme merced siempre me las ha concedido, de lo que yo quedo obligado a servirle, y por estas mercedes humildemente le beso las manos. Ahora le pido una merced en nombre de la cristiandad de estas partes, así de los portugueses como de los de la tierra, y también en nombre de toda la gentilidad, principalmente de los japones y chinos: y es que V. A., atendiendo a la gloria de Dios y conversión de las almas, y obligación que V. A. tiene a estas partes, le pido tan encarecidamente cuanto puedo que dé orden y manera V. A. cómo para el año que viene vengan muchos padres de la Compañía del nombre de Jesús, y no legos. Y estas personas que sean de muchos años de probación, no solamente de los colegios, sino en el mundo, confesando y haciendo fruto en las almas donde hubieren sido experimentados y probados, porque de éstos tiene necesidad la India; porque de letrados sin experiencias y prueba de lo que es mundo, no se hace mucho fruto en esta tierra. Por tanto pido mucho a V. A., en nombre de Dios y de sus imágenes y semejanzas, que escriba al padre Ignacio a Roma para que dé orden para que algunos padres de la Compañía muy probados en el mundo, que sean para muchos trabajos, aunque no sean predicadores, los envíe a estas partes, porque de éstos tiene necesidad el Japón y la China y también la India. Y juntamente con éstos enviase un padre a estas partes para ser rector de esta casa, persona de quien confíe mucho el padre Ignacio por las muchas pruebas de su vida, y que el padre estuviese muy informado en las cosas de la Compañía. Y no dude V. A. que con la venida de estos padres de misa se haría mucho fruto en la India, principalmente en el Japón y en la China, porque estas dos partes requieren personas que pasaron muchas persecuciones y fueron muy probadas en ellas; y también, juntamente con esto, que tengan letras para responder a las muchas preguntas que hacen los gentiles discretos y avisados, como son los chinos y los japones.

Y para encarecer la necesidad que hay de estos padres para estas partes, me pareció que fuese un hermano [Andrés Fernándes] de esta casa a Portugal para hacer presente la necesidad que hay de estos padres en la India; y sobre esta necesidad escribo al padre maestro Simón y al padre Ignacio ahora. V. A., por servicio de Dios nuestro Señor, pues aquí no se trata sino de la gloria de Dios y fruto de las almas y descargo de la conciencia de V. A., le pido encarecidamente por merced, en nombre de Jesucristo, que haga este servicio tan señalado a Dios, pues está en mano de V. A. escribir al padre Ignacio, para que por toda la religión del nombre de Jesús busque abundancia de padres para estas partes, para el Japón y la China, porque me parece que se hallarán fácilmente, pues no es necesario sean predicadores.

7. Del fruto que hacen los padres y hermanos de la Compañía que están esparcidos por tantas partes de la India, el padre que queda rector del colegio de Goa, escribirá a V. A. muy por extenso, dando cuenta de todo.

8. Ahora, por final de esta carta, pido otra merced a V. A.: que tenga especial atención y cuidado de su conciencia, más ahora que nunca, acordándole la cuenta tan estrecha que ha de dar a Dios N. S.: porque quien en vida vive con este cuidado, a la hora de la muerte está muy confiado y descansado; y quien se descuida en la vida de la cuenta que ha de dar a Dios, se halla tan embarazado en la hora de la muerte, y tan nuevo en dar esta cuenta, que no acierta. Y así ahora por final encomiendo a V. A. que tenga muy especial cuidado de sí mismo, y no deje este negocio ni se confíe de ninguno, sino de sí mismo. Nuestro Señor acreciente los días de vida a V. A. por muchos años, y le dé a sentir en vida lo que quisiera haber hecho en la hora de su muerte.

Escrita en Goa, a los 8 de abril de 1552 años.

Siervo inútil de V. A.

Francisco».

Me parece que la carta dice tantas y tan bellas y profundas cosas que temo “profanarla” si hago algún comentario.

El segundo texto que hoy les presento está tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles. A muchos les resultará completamente desconocido. Es una de esas perícopas que no aparecen en la liturgia de la Misa, como tantos otros fabulosos textos bíblicos, muchos de ellos omitidos en la reforma del leccionario.

San Pablo va a casa de San Felipe diácono, en Cesarea, con intención de dirigirse desde allí a Jerusalén. Intentan persuadirle, incluso con una profecía al modo judío –signos externos chocantes: Agabo, el profeta, se ata de pies y manos con el cinturón de San Pablo en plan cordero a punto de ser sacrificado–, de que no vaya adonde no va a encontrar sino persecución; pero San Pablo, lleno del fuego del Señor, muestra su disposición al martirio.

Hechos de los Apóstoles 21, 8-15

«Al día siguiente, volvimos a partir y llegamos a Cesarea, donde fuimos a ver a Felipe, el predicador del evangelio, unos de los Siete, y nos alojamos en su casa. El tenía cuatro hijas solteras que profetizaban. Permanecimos allí muchos días, y durante nuestra estadía, bajó de Judea un profeta llamado Agabo. Este vino a vernos, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él los pies y las manos, y dijo: «El Espíritu Santo dice: Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinturón y lo entregarán a los paganos». Al oír estas palabras, los hermanos del lugar y nosotros mismos rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. Pablo respondió: «¿Por qué lloran así y destrozan mi corazón? Yo estoy dispuesto, no solamente a dejarme encadenar, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús». Y como no conseguíamos persuadirlo, no insistimos más y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor». Algunos días después, terminados nuestros preparativos, subimos a Jerusalén».

No dilato más esta entrada. Solamente quisiera pedir a mis pacientes lectores, que se acuerden de este pobre pecador y pidan por mí a la Señora. Como decía San José Freinademetz, misionero mártir en China, “El mejor lugar del mundo es aquel donde Dios me quiere ahora”. Así sea.

2 comentarios:

  1. Me gusta tu Blog.Mucho anímo, si tu anhelo es ir a china quizás acabes allí.
    Pediré por ti a la Virgen ;-)

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  2. Querido Eos: Dios te pague tus oraciones. Pide por mi a la Virgen, sí, pero para que sea santo y haga todo, sólo y diligentemente la voluntad de Dios. Un abrazo y mi bendición +.

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