Marca de madre, a fuego lento impresa en cada momento.
Sin doblez, sin copia, sin par y sin modelo.
Pones tu sello en todo, inconfundible y recio,
suave como las caricias que deslizabas en mi pelo,
dulce como tus flanes, fresco como tus besos.
Marca de madre, que estallas en mil luceros:
los de las noches frías, los del dolor incierto,
los de las pesadillas y de los justos suspensos:
que basta una mirada tuya para deshacer el hielo,
para matar los monstruos que acechan mi dulce sueño,
para calmar la pena y despertar el talento.
Marca de madre mía, señal grabada en todo lo bueno.
Noches en vela para cuidarme, -más que hijo tuyo era tu dueño-,
tortilla de patatas, zurcido perfecto,
sábanas recién puestas para caerme muerto
tras el baño caliente y el colacao bien lleno.
Todo lo haces para quererme, ¡y yo qué poco, mamá, te quiero!
Marca de madre mía, ¡con cuánto gusto te llevo dentro!
Si Dios nos ha dado una cabeza para entender y un corazón para amar, ¿por qué vivir decapitados y descorazonados? Piensa y cree con todas tus fuerzas, con toda tu mente, con todo tu ser.
domingo, 29 de agosto de 2010
Marca de madre. A mi mamá y a todas las mamás del universo.
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Qué maravilla de poema, padre. Me emociona profundamente, me hace pensar en mi madre, a la que amaba, y se me fue muy joven.
ResponderEliminarUn abrazo en Cristo, desde María Inmaculada
Vuelvo a leerlo, y se me caen las lágrimas.
ResponderEliminarGracias