Permíteme ser tu cáliz,
llevar tu Sangre en mis venas.
Que sea mi cuerpo el Tuyo
y me convierta en patena.
Déjame ser tu Palabra,
tus manos, pies y cabeza.
Mi boca sea tu voz,
y cada beso que dé
sólo de tus labios sea.
Sacerdote de mi Amado,
Hostia viva y verdadera.
Como atraviesan los clavos
tu Cuerpo hasta la madera,
así clávame contigo
y que clavado en Ti muera.
Que si vivo para amarte,
que si tu amor me alimenta,
que si tu amor es mi vida
y tu vida es vida eterna,
se queda la muerte en nada,
que tu Corazón es puerta
por donde entra el humilde
y dormido en tu pecho queda.
Sacerdote de mi Amado,
¡Hostia, cáliz y patena!
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